Los Talcigüines: una tradición bíblica
Cada Lunes Santo las calles principales de Texistepeque se revisten de encapuchados rojos y de espectadores que disfrutan
los azotes que dan a los más vulnerables, así como sufren al convertirse en las víctimas de los mismos.
Por Diana Agreda
La Semana Santa está llena de tradiciones que han perdurado en el tiempo gracias a aquellos que las practican y le dan un color diferente a la Semana Mayor. Estas enriquecen el turismo la identidad cultural de cada pueblo.
Texistepeque es un pequeño pueblo, municipio del departamento de Santa Ana donde se celebra el Lunes Santo como en ningún otro rincón de nuestro país. La festividad comienza con la misa en la Iglesia de Texistepeque a las ocho de la mañana donde asisten los pobladores y al frente 19 jóvenes junto a un adulto mayor quienes serán los personajes principales de lo que resta de la mañana.
A las nueve las campanas de la Iglesia repican en señal que la misa terminó y que los talcigüines saldrán a hacer las suyas en las calles. Son 19 jóvenes y adolescentes disfrazados con trajes rojos que cubren su cara, su tronco y llega hasta las rodillas, con tenis y un látigo en mano que hace más fácil y doloroso el “quitarle los pecados” a los visitantes del evento.
Es durante tres horas que los encapuchados flagelan las piernas de los que se atraviesen en su camino, hasta que llegan las 12 del mediodía cuando “Jesús”, representado por un hombre mayor que ha cargado con el papel durante años, los “vence” en una batalla que se observa frente a la Iglesia, previamente en cada esquina del pueblo.
EL BIEN CONTRA EL MAL
Esta tradición va más allá de un acto festivo en la Semana Santa, data del tiempo en que los españoles conquistaron el país y convirtieron a los indígenas en cristianos. Los nativos, interpretaron el pasaje de la Biblia, del Evangelio de Mateo, donde Jesús luego de pasar 40 días y 40 noches en el desierto vence las tentaciones del Demonio en una representación teatral, que hasta el momento, se lleva acabo cada lunes Santo en el pueblo.
Es una lucha entre el bien y el mal, donde los talcigüines simbolizan el mal y Jesús el bien. “Jesús”, vestido con una túnica morada, una campana en la mano derecha que suena constantemente y una cruz forrada de morado en la mano izquierda camina alrededor de la ciudad.
Al llegar a las esquinas hay un encuentro entre Jesús, a un extremo de la calle, y un talcigüin, al otro extremo. El talcigüin lo desafía con su azial hasta llegar enfrente a él donde suena su látigo contra el suelo mientras saltan frente a frente. La escena termina cuando el encapuchado cae al suelo en simbolización de su derrota ante el bien. “Jesús” corona el momento cuando pasa sobre el arrastrando el lazo que ciñe su cintura encima del vencido.
Así mismo sucede frente a la Iglesia cuando son las doce. Cada uno de los talcigüines caen ante Jesús y forman una columna de desfallecidos donde pasará el bien encima de ellos determinando que todo ha terminado.
Al finalizar el evento cada uno de los jóvenes disfrazados se dirigen hacia la Iglesia para poder dar por terminada su jornada.

Día de la Cruz en agradecimiento al Creador
El Salvador se viste de colores cada tres de mayo cuando en las casas se coloca una cruz de jiote adornada con las mejores frutas de la temporada.
Por Diana Agreda
El Día de la Cruz es una fecha importante para los
salvadoreños que profesan la fe católica, pues confirman
mediante de la tradición sus creencias y hacen honor al
Dios Creador. En los mercados ya no solo se pregonan
nombres de frutas, como el jocote, los mangos, los guineos,
marañones y el coyol; sino también, los de las cruces de
todos tamaños del árbol de jiote.
La cruz se coloca en la casa, oficina, escuelas y cualquier
lugar donde se pueda adorar y compartir. Se recubre con
el papel de china y al pie se colocan las frutas preferidas,
para luego ser degustadas en familia.
Los jóvenes, niños y adultos se acercan con devoción
para agradecer al Creador por los frutos; el ritual inicia
cuando te arrodillas y te persignas haciendo la señal de la
Santa Cruz, agarras el fruto que más te guste y te lo comes.
Las comunidades indígenas aseguran que estar tradición es el punto de partida de la época lluviosa, del nacimiento de las flores y de los frutos de la tierra.
Los abuelitos aún cuentan a las nuevas generaciones la historia o el mito de que si un hogar no pone la Santa Cruz, el diablo llega a bailar en sus casas. De ahí, que la mayoría de hogares católicos ya tienen un sitio especial para colocar cada tres de mayo, el tradicional altar.
RELIGIOSIDAD Y TRADICIÓN INDÍGENA
El Día de la Cruz es una celebración que proviene de la fusión religiosa entre las costumbres españolas de la Santa Cruz, que según la historia se refiere al hallazgo por Santa Elena de la Cruz de Cristo, en época del Emperador Constantino, y el tributo indígena a la madre tierra y al dios Xipe Totec.
En el siglo II de nuestra era, Santa Elena busca y encuentra en el calvario la cruz por la que murió Jesús, el Salvador. Una vez encontrada, dispuso la división del madero en tres partes: una fue enviada a Roma, otra a Jerusalén y la última, a Constantinopla.
En el año 700, la que pertenecía a Jerusalén fue robada por los persas y fue devuelta en 1816 por el emperador bizantino Constantino. Ese día histórico fue el 3 de mayo y quedó esa fecha como Día de la Cruz.
Otra parte de la historia cuenta que con la aparición de las primeras lluvias, se rendía culto a la fertilidad, a la madre Tierra y a la deidad de Xipe Totec, Señor El Desollado. Este dios fue muy importante en la época precolombina y es considerado como uno de los principales dentro del panteón mesoamericano.
El culto a Xipe Totec se efectuaba desollando una víctima, cubriendo con su piel al dios. Así como con la lluvia, la tierra se cubre con un nuevo manto de vegetación, así era vestido el dios Xipe Totec con la piel de las víctimas.

