La Muñecona De Jocoro
- Diana Agreda
- 25 may 2016
- 3 Min. de lectura

Cada 15 de septiembre se celebra a nivel nacional el Día de la Independencia. Las calles se llenan de música, bailes, desfiles y personajes mitológicos; entre ellos la Giganta de Jocoro.
El 15 de septiembre de 1821 se firma el Acta de Independencia de América Central. Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica ahora son libres del yugo español. En conmemoración a este suceso que marcó un nuevo camino para Centro América, El Salvador se llena de colores, música, bailes y actos cívicos orgullosos de sus antepasados.
Desde meses anteriores, las escuelas preparan a sus alumnos para la marcha del día de la independencia que pasa por las calles principales del municipio en el que se encuentran. Las bandas de paz practican sus canciones y ritmos, las cachiporras sus bailes, los niños aprenden a marchar según los tiempos de la música.
Al llegar el gran día las multitudes cubren las calles queriendo ver a sus niños en los desfiles y a los diferentes personajes de las leyendas rurales de los antepasados que se caracterizan mediante trajes y que diviertan a las personas.
Se ve a un niño con un gran sombrero de palma, barrigón y riendo, una mujer con los senos de trapo caídos hasta el suelo, las uñas de las manos prominentemente largas y el cabello despeinado; el diablo vestido de rojo, un tridente en una mano y en el otro su cola larga que termina en punta; haciendo bromas a los espectadores que se distraen por un rato, sacando risas a otros y lágrimas a los pequeños que los creen reales en su inocencia.
También hay una muñeca de cara de trapo y cuerpo femenino de madera, mejillas rosadas, ojos grandes, boca roja y un vestido de manta que la cubre hasta los pies. Mide 3 metros y baila en cada esquina al compás de la música que le toquen, dando vueltas para que sus brazos de algodón giren alrededor de su cuerpo pasando cerca de los presentes.
Por su altura y sus características se le denomina como “La Giganta de Jocoro”, llamada así por el municipio de Morazán, departamento de la zona oriente de El Salvador, de donde viene su historia y aún se conserva la original.
Su existencia data de 1908, fecha en la que según la leyenda lugareños encontraron en un cerro, llamado anteriormente San José y hoy cerro “El Gigante” huesos humanos que pertenecían a una persona de dos metros de altura. De dichos huesos nada se sabe ya, pues el relato termina asegurando que fueron llevados a examinar a otro país.
El alcalde de aquel entonces, Santiago Mata, encargó a Neftalí Hernández elaborar una muñeca gigante, conocida actualmente como La Giganta de Jocoro. Este esculpió la cara en madera y la pintó, luego formó el cuerpo de modo que una persona se pudiera meter bajo esta y hacerla girar para que pareciera que bailaba.
Neftalí Hernández, suegro de Demetrio Lazo le dijo antes de morir “Ahí te la dejo, para que no dejés morir la tradición”, y le heredó la muñeca en 1985, cuando él tenía 52 años de edad. Así Lazo adquirió la potestad sobre la muñeca y la responsabilidad de su preservación y cuido de la tradición que aún tiene bajo sus manos.
“Ella (la giganta) está hecha de cuatro bejucos de chupa-chupa, varas de bambú, madera de cedro para sostener el cuerpo y la cara es de árbol de tambor”, detalló el conservador de la tradición.
Además, la muñecona lleva una peluca que es hecha con cabello donado y por lo general lleva vestidos de campesina, los cuales son elaborados con tela que también es donada.
La estructura que sostiene a la muñeca es restaurada cada cierto tiempo para evitar accidentes durante los bailes y garantizar su preservación, pero su rostro sigue intacto como se le entregó.
La Giganta original, a quien los jocorenses aprecian como su patrimonio, no ha sido declarada como tal, aunque su casa está en barrio Nuevo, entre la familia Lazo.
Don Miguel es por hoy el heredero de esta tradición y se ha dedicado en
cuerpo y alma a cumplir con su labor: aprendió a bailar muchos ritmos
y ha enseñado a otros a hacerlo.
Miguel Ángel Demetrio Lazo tiene 86 años y su labor solo ha sido reconocida a escala local, pero a él le alegra poder contar la historia de su amada giganta, la cual dice heredará a su hijo Mario para que, como él, continúe preservando la tradición y la presencia de la giganta de Jocoro se pueda seguir disfrutando donde sea invitada.
Sin embargo, en la actualidad, existen diferentes copias de la Muñecona en toda la región salvadoreña que son utilizadas para las fiestas patronales de los pueblos o en los desfiles de septiembre siempre en conmemoración de La Giganta de Jocoro, Morazán.
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